viernes, 19 de octubre de 2012

ETICA DE LA EQUIDAD

Los autores señalados, que presentan proyectos éticos que permiten enfrentar el neoliberalismo pueden ser considerados de “izquierda”. Por qué? Por su idea fundamental de la aspiración a la igualdad (como igualdad de oportunidades). Como dice Bobbio “mientras existan hombres cuyo empeño político es motivado por un profundo sentimiento de insatisfacción y de sufrimiento frente a las inequidades de las sociedades contemporáneas, se mantendrán vivos los ideales que han marcado desde hace más de un siglo todas las izquierdas de la historia”.
Los proyectos éticos deben ser proyectos de equidad, de búsqueda del igualitarismo, entendiendo esto según Bobbio, “no como utopía de una sociedad donde todos son iguales, sino como tendencia a exaltar más lo que convierte a los hombres en iguales respecto a lo que los convierte en desiguales y a favorecer políticas que tiendan a convertir en más iguales a los desiguales”. La ética no individualista, la ética como vocación comunitaria, debe ser una ética de la equidad.
Después de todo la regla de oro de la justicia (por lo menos de “algunas justicias”) ha sido: tratar a los iguales de una manera igual y a los desiguales de una manera desigual. Además de la regla de oro de la justicia es el segundo principio de Rawls en su “Teoría de la Justicia” y dice: “las desigualdades sociales y económicas habrán de ser conformadas de modo tal que a la vez que: a) se espere razonablemente que sean ventajosas para todos, b) se vinculen a cargos y empleos asequibles para todos”.
En definitiva de lo que se trata es de una igualdad equitativa de oportunidades y del acceso equitativo a los bienes sociales primarios. Sin embargo es importante considerar la diversidad del ser humano y la multiplicidad de variables para juzgar la igualdad. Dadas las enormes diferencias que producen la clase social, el género, la etnia, en las capacidades del ser humano dice Sen: “La verdadera igualdad de oportunidades tiene que pasar por la igualdad y la eficiencia (exclusiva o fundamentalmente) en el espacio de los bienes primarios, equivale a dar prioridad a los medios para conseguir la autorrealización, en vez de lo extenso de la libertad.
La equidad puede ser interpretada también, como la posibilidad de satisfacción de las necesidades básicas. Esto implica un proceso de análisis de dichas necesidades en función de características sociales, antropológicas, económicas, psicológicas entre otras, que estarán influyendo en el tipo de necesidades y sus respectivos satisfactores. Se pueden definir las necesidades básicas siguiendo a Doyal(14), que ha estudiado en profundidad el tema, como “aquellas que han de ser satisfechas en cierta medida antes de que los agentes puedan participar de manera efectiva en su forma de vida con el fin de alcanzar cualquier otro objetivo que crean valioso”.
Si bien cada sociedad tiene una estructura económica y política diferentes, siendo a su vez los estatus culturales muy diferentes entre sí, toda sociedad debiera garantizar la satisfacción universal de las necesidades básicas. Doyal (ya citado) distingue cuatro PRINCIPIOS COMUNES A TODA SOCIEDAD:
1) Toda sociedad ha de producir satisfactores de necesidades suficientes para asegurar niveles mínimos de supervivencia y salud, junto con otros factores y servicios de importancia cultural.
2) La sociedad debe garantizar un nivel adecuado de reproducción biológica y socialización de la infancia.
3) Se tienen que asegurar las aptitudes y valores que son necesarios para que haya producción y tenga lugar dicha reproducción.
4) Es necesario instituir algún sistema de autoridad que garantice un respeto de las reglas que consigan una práctica satisfactoria de estas necesidades.”
Importa destacar algunos CONCEPTOS de estos planteamientos de Doyal y que tienen especial referencia con nuestro trabajo:
1) La salud (en su acepción más amplia) y la autonomía son consideradas necesidades básicas independientemente de cualquier cultura.
2) Las necesidades básicas deben ser satisfechas, es decir, su satisfacción se transforma en un imperativo ético. Incluso Plant señala: “toda opinión moral, para ser coherente, ha de reconocer como necesidades básicas la conservación de la vida humana y el desarrollo de su autonomía”.
3) Se reconoce la necesidad de instituir “algún sistema de autoridades” para garantizar las necesidades. Este sistema de autoridades, en la sociedad occidental es el Estado.
Incluso, como señala muy claramente Max Neef, “las necesidades humanas fundamentales son finitas, pocas y clasificables, y son las mismas en todas las culturas y períodos históricos”. Sin embargo y esto es lo más importante en un análisis ético y político “lo que cambia a través del tiempo y de las culturas, es la manera o los medios utilizados para la satisfacción de las necesidades”. Por lo tanto, lo que está culturalmente determinado y que por lo tanto tiene implicancias éticas y políticas, son los satisfactores de las necesidades. Estos satisfactores, pueden incluir entre otros: estructuras políticas, formas, espacios, contextos, comportamientos, actitudes. Por lo tanto un satisfactor sería en sentido último de expresión de una necesidad, mientras que los bienes son exclusivamente medios para el logro de un fin. Importa destacar, que en una matriz de necesidades y satisfactores relativamente simple pero muy completa, Max Neef también coloca en primer término la salud física y mental.
Para este autor la satisfacción equitativa de las necesidades se transforma en un imperativo moral y también adquiere relevancia la capacidad del Estado para efectivizar estos derechos.
Después de todo esto ha sido la base del Estado de Bienestar que tiene como característica fundamental, según Offe: “la obligación explícita de suministrar asistencia y apoyo (en dinero o en especie) a los ciudadanos que sufren necesidades y riesgos específicos característicos de la sociedad mercantil”. La preocupación por los satisfactores de las necesidades básicas ha sido el eje político del Estado de Bienestar (más allá de otras connotaciones específicamente políticas como la amortiguación de los conflictos sociales y que no es este el ámbito de su consideración). Lo interesante del planteamiento de Offe, teniendo en cuenta la arremetida neoliberal, es que según sus consideraciones “el Estado de Bienestar se ha convertido en una estructura irreversible, cuya abolición exigiría nada menos que la abolición de la democracia política y los sindicatos”. Más allá de reformas imprescindibles, en todo caso, sigue siendo necesaria una “autoridad” capaz de garantizar con equidad (imperativo moral) la distribución de satisfactores de las necesidades básicas y entre ellos se destacan como veremos más adelante, comportamientos sin riesgo y atención de la salud.
EN SUMA, una ética de la equidad, debe priorizar la equidad de oportunidades para todos los ciudadanos desde un Estado capaz de hacerlo. Dentro de las necesidades básicas la salud es la primera prioridad, la salud de todos, la salud pública. Para una ética de la equidad (de izquierda según Bobbio), la salud pública es la prioridad.

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