Por más de seis años un consorcio de empresas colombianas Inar Ltda, Equitec S.A. y G&B, ha venido analizando la estructura técnica y económica de una planta de etanol a partir del bagazo de caña de azúcar, logrando ser los primeros en Latinoamérica en entrar a diseñar y ejecutar un proyecto de producción a escala comercial ubicado en la Hoya del Río Suárez, todo lo cual ha permitido la vinculación de compañías proveedoras de tecnología avaladas por el Departamento de Energía de los EE.UU., de productoras de panela como Doña Panela, de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas, de los municipios de Barbosa y Chitaraque, de entidades estatales extranjeras como China National Construction & Agricultural Machinery I/E Corp., logrando que la convalidación financiera y económica del modelo fuera desarrollado por Valor & Estrategia S.A., banca de inversión de reconocida idoneidad liderada por los doctores Jorge Julián Trujillo y Juan Fernando Múnera.
El etanol celulósico
El etanol celulósico es aquel producido a partir del material lignocelulósico de las plantas, que comúnmente es conocido como la fibra o material estructural. Por su entramado molecular se le considera un desecho agrícola ante la imposibilidad de ser digerido por los animales de manera apropiada. Entre los desechos agrícolas de material lignocelulósico están entre otros, la cascarilla y paja de arroz, los residuos del maíz, el aserrín y el bagazo de caña de azúcar.
Ahora bien, el material lignocelulósico se constituye de celulosa, hemicelulosa y lignina, lo que permite que al separar estos tres componentes se pueda aprovechar la glucosa de la celulosa y las xilosas de la hemicelulosa, azúcares que pueden entonces ser objeto de fermentación para producir alcohol carburante. La producción de biocombustibles a partir de los desechos agrícolas como el bagazo de caña de azúcar no pone en peligro la seguridad alimentaria ni desplaza la actividad agrícola tradicional.
La producción de etanol celulósico a escala comercial es una realidad en los Estados Unidos, a cuya actividad se le ha decretado incluso un alivio tributario para incentivar su producción. Desde hace más de 4 años están funcionando plantas pilotos y ahora mismo están en construcción más de 10 plantas a escala comercial.
Rendimiento y balance energético:
De una tonelada de bagazo se producen 90 galones de etanol, que le permiten a un automóvil recorrer más de 3.200 kilómetros con una mezcla de 85% etanol y 15% gasolina. Para el caso del proyecto de la Hoya del Río Suárez, con el bagazo que se produce de una hectárea sembrada en caña de azúcar se producirán 2.700 galones, que le podrán suministrar a un automóvil combustible para recorrer más de 100.000 kilómetros, algo así como más de cinco años de vida. No en vano le llaman ahora al bagazo, el petróleo verde del siglo.
Por qué Colombia el primero en Latinoamérica
Con el desarrollo del proyecto de la Hoya del Río Suárez, Colombia será el primer país productor de etanol celulósico en Latinoamérica, gracias al impulso y respaldo que le han dado al proyecto tanto las empresas proveedoras de tecnología americanas como una empresa china estatal que hace parte del grupo SINOMACH, que se sitúa dentro de las primeras 50 corporaciones globales contratistas más grandes del mundo.
Lograr el interés de empresas americanas y chinas para desarrollar un mismo proyecto no es fácil, pero el secreto está en armonizar y aprovechar entre otros los siguientes atributos generales, que se consiguen en un país como Colombia:
a) Existencia de una política sostenida encaminada a consolidar la confianza inversionista y acompañamiento del Gobierno a programas que fortalezcan la cohesión social;
b) Es un país consumidor de etanol, con políticas de mezcla E10 obligatoria y E85 opcional;
c) Tiene una luminosidad que le permite tener biomasa durante todo el año, reduciendo los costos de inhibitorios para combatir la descomposición;
d) Ofrece al inversor una estructura legal que le asegura un precio mínimo al productor de etanol, facilitando la elaboración de modelos financieros más confiables ante la seguridad de un ingreso estable con una fórmula de reajuste que minimiza el riesgo cambiario, ya que se trata de proyectos con componente de deuda en dólares.
e) Conforme al modelo técnico y financiero convalidado por el Departamento de Energía de los EE.UU. y acondicionado a las condiciones internas, se logra un costo de producción de US$1,09 por galón, siendo competitivo con un precio del barril de petróleo de US$35.
Estos atributos especiales sumados a que el proyecto tiene como columna vertebral la integración de miles de familias dedicadas al sector panelero, haciéndolas socias de un negocio agroindustrial, que usando el bagazo como materia prima producirá etanol celulósico, logrando un aumento en la productividad y rentabilidad de un sector agrícola hoy deprimido, que permitirá la creación de nuevos puestos de trabajo y nuevos ingresos a los paneleros, generando elementos estructurales de cohesión social, que propiciará desarrollo económico, reduciendo entonces los índices de pobreza en toda una región y, como si fuera poco, brindándole al planeta tierra beneficios concretos ante la reducción de emisiones de gases efecto invernadero por cuanto no serán quemadas cada año miles de toneladas entre bagazo, carbón y llantas en los trapiches, sino que se producirá un etanol a partir de un desecho agrícola, probando de manera enfática que el desarrollo sostenible es también rentable. Un proyecto con esta clase de atributos sin duda despierta el interés de la comunidad internacional.
Se espera que en los próximos cuatro meses se haga el cierre técnico, que incluye la telemetría de los círculos de producción seleccionados, los prediseños de la planta dentro del predio que está ubicado a borde de la carretera Bogotá- Bucaramanga en el municipio de Chitaraque, corazón de la zona productora de caña de azúcar, construcción del trapiche piloto con caldera a gas natural y, terminación del proceso de integración, teniendo a la fecha más de 6.000 hectáreas integradas de solamente los municipios de Santana y Chitaraque.
Qué pasa en Brasil
Países productores de etanol como Brasil, han estado utilizando el bagazo como combustible para alimentar las termoeléctricas, que generan la electricidad que se consume en el Estado de Sao Paulo, todo lo cual les ha impedido entrar a desarrollar proyectos de etanol a partir del bagazo, ya que tendrían que sustituir este combustible por carbón o gas natural. Sin embargo, se espera que los Ingenios Brasileros modernicen sus calderas para hacerlas más eficientes en cuanto a requerimiento de combustible, para que puedan utilizar el bagazo sobrante como materia prima para producir más alcohol neutro o etanol.
“La producción de biocombustibles lignocelulósicos, una opción amigable para recuperar la productividad del campo”
La segunda generación de biocombustibles debe estar en la agenda del Gobierno Nacional para que sea incluida como política de Estado, porque es una vía efectiva para recuperar la productividad del sector agrícola. Hay, por ejemplo, miles de hectáreas de tierras marginales no aptas para producción de alimentos o ganadería intensiva que cuentan con vías de acceso, como aquellas aledañas o cercanas al desierto de la Tatacoa en el Huila, en donde se ha propuesto el desarrollo de un programa de investigación, para probar varias variedades de Switchgrass, cuyo cultivo lignocelulósico para producir etanol y energía con la lignina ha sido exitoso en Estados Unidos. Los cultivos lignocelulóscios sobreviven en zonas áridas, no requieren de manejos complejos de siembra y cosecha y la fertilización es mínima porque los céspedes carecen de fruto o de jugos.
Así las cosas, una política integral acerca de los biocombustibles celulósicos está por construirse y se espera que el emprendimiento innato que propicia la iniciativa privada, brinde las luces esenciales al Gobierno y al próximo Congreso Nacional, para posesionar a Colombia como líder en biocombustibles de segunda generación tal cual como ahora se lo merece.
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