POR:
UBALDO TEJADA GUERRERO
Muy
a menudo y a la hora de iniciar proyectos de investigación en ciencias
sociales, surge el acostumbrado debate entre el enfoque cuantitativo vs.
cualitativo, tratando de establecer criterios de exclusión entre una y otra
aportación, sin considerar que cada una de ellas planea sobre espacios de
cobertura diferentes a la hora de explorar la realidad del individuo, grupo u
organización / institución que se está diagnosticando.
Los
investigadores de la realidad social y de forma destacada los sociólogos y otro
nutrido cuerpo, formado por profesionales de diferentes esferas, como
economistas (en sus diferentes especialidades) antropólogos, etnólogos,
psicólogos y pedagogos, por citar sólo algunos, se han convertido de un tiempo
a esta parte, en unos de sus principales valedores, motivo por el que las
técnicas de investigación cualitativas parecen desprenderse poco a poco de esa
presunta etiqueta de “pseudocientificidad” – siempre presunta – frente a las
tradicionales y comúnmente admitidas técnicas de investigación cuantitativas.
En otras palabras, todo aquello que no venga soportado por una encuesta o
cuestionario, ya no tiene porqué ser considerado como “ciencia de segunda”.
Lo
cierto, sin duda, es que a la hora de analizar el debate metodológico de lo
cuantitativo frente a lo cualitativo, desde las diferentes perspectivas
metodológicas que lo han abordado, se impone una lógica complementariedad
metodológica, donde el ser humano es lo primero.
En
este sentido y aunque no tan difundida como otras técnicas de investigación
cualitativas (en especial las Entrevistas Cualitativas
y Grupos
de Discusión) la Técnica de Grupo
Nominal, en adelante T.G.N.,
presenta un conjunto de características propias que la sitúan en un mismo rango
de importancia que a las dos anteriores.
La T.G.N.,
traducción del término anglosajón Nominal Group Technique
(N.G.T.),
se da a conocer en 1.968 con el propósito inicial de procedimentar el desarrollo
de reuniones de trabajo y, más concretamente, cuestiones relacionadas con la
productividad que atañen a la realización de las mismas. Tiempo más tarde A. L.
Delbecq y A. H. Van de Ven (1975) la desarrollan, hasta que J. Rohrbaugh (1981)
la aludiera explícitamente bajo la denominación actual.
La
T.G.N.
basa su coherencia metodológica en la interacción del individuo (referente
muestral) hacia el grupo (construcción de un universo espacio – temporal) y
nuevamente del conjunto hacia el sujeto, durante el proceso de diagnóstico de
una realidad.
Una
de las que quizás puede ser una de las principales contribuciones de esta
técnica, es su orientación al consenso, en el proceso de diagnóstico y la
constitución de grupos de mejora continua en la
resolución de conflictos relacionados como, por ejemplo, el trabajo en equipo,
o si se quiere y a escala macro, en la mejora del clima laboral de las
organizaciones.
En
suma, una nueva forma de percibir los fenómenos desde otra perspectiva y, lo
que es más importante, un nuevo tratamiento e intervención de los problemas sin
la siempre socorrida e “incuestionable” perspectiva cuantitativa, donde el
imperio de los números deben ceder paso a la interpretación de los mismos, pero
con la acción directa del ser humano, partiendo de la realidad.
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